Francoise Bettencourt Meyers, a sus 70 años, se destaca como la mujer más rica del mundo, heredera de la fortuna de su madre, Liliane Bettencourt, y su abuelo, Eugène Schueller, fundador de L’Oréal. Posee aproximadamente el 33% de las acciones de la empresa de cosméticos, con un patrimonio de 100.000 millones de dólares.

A pesar de su conexión con la moda y la belleza, Francoise elige un estilo de vida discreto y alejado de los lujos exagerados. Prefiere evitar la exposición mediática y las cámaras, manteniendo un perfil bajo. Aunque su riqueza proviene del mundo de la belleza, ella se ha destacado por su enfoque intelectual y artístico, estudiando Bellas Artes, tocando el piano y dedicándose a la escritura, siendo autora de varios libros.

En una entrevista, Francoise expresó: “Sé que soy una privilegiada, pero, como puedes ver, no vivo en una mansión. No somos grandes coleccionistas de cuadros y, como puedes ver, no uso joyas”. Su elección de llevar una vida sencilla y centrada en sus intereses intelectuales ha marcado su camino, alejándola del glamour asociado comúnmente con la riqueza extrema.