En un giro inesperado dentro del ámbito de la estética y el autocuidado, el bigote femenino ha emergido como una tendencia de belleza en ascenso, impulsada por la influencer británica Joanna Kenny. La creadora de contenido, conocida por su postura crítica hacia los estándares de belleza convencionales, ha decidido dejar crecer su vello facial y teñirlo de diversos colores, generando un debate sobre la percepción del vello en las mujeres.

Con una comunidad digital que supera los 80,000 seguidores en Instagram, Kenny ha utilizado su plataforma para normalizar el vello facial femenino, desmitificando la idea de que su eliminación es una obligación estética. En una de sus publicaciones más virales, la influencer expresó: "Crecí creyendo que el vello facial visible era antihigiénico, poco atractivo y masculino", evidenciando así cómo la sociedad ha condicionado la percepción del cuerpo femenino.

El fenómeno ha provocado opiniones encontradas en redes sociales. Mientras que un sector del público aplaude la iniciativa como un acto de empoderamiento y libertad personal, otros consideran que desafía normas de higiene y feminidad arraigadas en la cultura occidental. No obstante, la propuesta de Kenny se alinea con los principios del movimiento ‘Body Positive’, que defiende la aceptación del cuerpo en todas sus formas, promoviendo la belleza natural sin imposiciones.

La discusión en torno al bigote femenino plantea una reflexión profunda sobre el peso de los estándares estéticos en la identidad de las mujeres. Kenny insiste en que la depilación debe ser una "elección personal, libre de juicios", alejándose de la presión social que históricamente ha definido la feminidad a través de la eliminación del vello corporal.