San Cristóbal, RD. – El clamor por justicia resurge con fuerza en San Cristóbal, donde familiares de las víctimas de la devastadora explosión que cobró 12 vidas exigen respuestas claras y compensaciones por las pérdidas sufridas. A casi dos años del suceso, el abogado Roberto O. Fax Sánchez asegura que la tragedia no fue un accidente, sino un acto deliberado.

Según las declaraciones del jurista, un cartucho explosivo habría caído en la vivienda de una abogada antes de la detonación, lo que indicaría un posible atentado. “Tenemos pruebas de que la explosión fue intencional y no un accidente provocado por plásticos acumulados”, afirmó Sánchez, refiriéndose a la versión oficial del Ministerio Público.

Las denuncias han llevado a la interposición de 67 demandas contra figuras clave, incluyendo al exalcalde José Montás, el Ayuntamiento de San Cristóbal, el Ministerio de Obras Públicas, su exministro Deligne Ascención y la empresa Rincón, con la perspectiva de que el número de querellas alcance las 140 en los próximos meses.

Actas de defunción y sospechas de manipulación

Uno de los aspectos más dolorosos para las familias ha sido la tardanza en la emisión de actas de defunción para víctimas cuyos cuerpos jamás fueron encontrados. Apenas este miércoles, en virtud de la nueva Ley 41-24, se entregaron cinco certificaciones, una espera que los deudos consideran inaceptable.

Sánchez también acusa al Ministerio Público de manipular el informe oficial sobre el origen de la tragedia. “No ha habido una explosión de esta magnitud en América Latina, y aún no se sabe realmente qué ocurrió aquel día”, expresó con indignación.

Desaparición de cadáveres: una acusación estremecedora

Entre las acusaciones más alarmantes destaca la presunta desaparición de cadáveres en vertederos locales, un hecho que ha sumido a las familias en una angustia aún mayor. La incertidumbre sobre el paradero de sus seres queridos y la falta de respuestas concretas han prolongado el duelo de quienes aún esperan justicia.

Mientras tanto, la tragedia de San Cristóbal sigue envuelta en sombras, dejando a las víctimas en un limbo de dolor e indignación.