En la noche del 29 de enero de 2025, la ciudad de Washington D.C. fue escenario de una calamidad aérea sin precedentes. Un avión de pasajeros de American Airlines, con 64 almas a bordo, y un helicóptero militar Black Hawk, tripulado por tres soldados, colisionaron en los cielos capitalinos, precipitando sus restos en las gélidas aguas del río Potomac.

Las autoridades han recuperado hasta el momento 28 cuerpos, sin albergar esperanzas de hallar sobrevivientes entre los 67 ocupantes de ambas aeronaves. El siniestro ha conmocionado a la nación, siendo el peor desastre aéreo en Estados Unidos en más de una década.

El vuelo 5342 de American Airlines, procedente de Wichita, Kansas, se aproximaba al Aeropuerto Nacional Ronald Reagan cuando ocurrió la tragedia. Entre los pasajeros se encontraba un grupo de patinadores artísticos, tanto rusos como estadounidenses, junto a sus entrenadores y familiares, quienes regresaban de una competencia en Wichita.

El presidente Donald Trump, en declaraciones posteriores, atribuyó la responsabilidad del accidente a las administraciones anteriores, señalando que las políticas de inclusión en las Fuerzas Armadas podrían haber contribuido al siniestro.

Las condiciones meteorológicas eran óptimas al momento de la colisión, lo que añade un velo de misterio sobre las causas del accidente. Las investigaciones están en curso, y se ha recuperado una de las cajas negras del avión, de la cual se espera obtener información crucial para esclarecer los hechos.

Este trágico suceso ha dejado una profunda herida en la nación, recordando la fragilidad de la vida y la imperiosa necesidad de garantizar la seguridad en nuestros cielos.