La caída del cabello ha dejado de ser una simple cuestión estética para convertirse en un signo alarmante de deterioro psicoemocional y físico, especialmente entre los venezolanos mayores de 35 años. Según expertos en dermatología y estética, el fenómeno responde a una combinación de causas genéticas, deficiencias nutricionales y, sobre todo, al impacto del estrés crónico derivado del contexto económico y social.

Un estudio realizado por el servicio de Dermatología del Instituto de Biomedicina "Dr. Jacinto Convit" de Caracas en 2023, evaluó a 293 pacientes, de los cuales el 68 % fueron mujeres. La investigación arrojó que la alopecia areata (AA) fue el tipo más frecuente (59.8 %), seguida por la alopecia androgénica (AGA) (15.2 %) y el efluvio telógeno (ET) (11.6 %). Se concluyó que las alopecias no cicatriciales, principalmente la areata, dominan los casos en el país.

El esteticista y psicólogo José León subraya el papel del cortisol, hormona liberada por el cuerpo ante situaciones de peligro o ansiedad, como uno de los principales agentes de daño en los folículos pilosos. “El estrés sostenido genera una sobreproducción de cortisol y adrenalina, hormonas que si no se regulan, afectan directamente la salud capilar y emocional. No es solo genética, es estilo de vida bajo presión”, explicó.

Además del factor emocional, León advierte que una alimentación desequilibrada debilita aún más el cuero cabelludo. La ausencia de vitaminas esenciales como A, B, D y E compromete la regeneración capilar. En respuesta, se recomienda una dieta rica en carnes magras, pescado, legumbres, nueces, hojas verdes y frutas de tonos cálidos, todos alimentos que fortalecen el folículo piloso.