Incorporar el uso de las escaleras en la rutina diaria puede traducirse en notables beneficios físicos y mentales, de acuerdo con diversos estudios realizados en centros académicos de renombre. Esta actividad, accesible y sin requerimientos técnicos, fortalece el tren inferior, mejora el equilibrio y reduce el riesgo de caídas, especialmente en personas de edad avanzada.

Desde el plano cardiovascular, subir escalones en intervalos breves contribuye al aumento de la capacidad aeróbica, alcanzando niveles comparables a los obtenidos con máquinas especializadas de gimnasio. Investigaciones recientes también señalan impactos positivos en la función cerebral, potenciando habilidades como la memoria, la flexibilidad cognitiva y la resolución de problemas.

El doctor Alexis Marcotte-Chenard, de la Universidad de Columbia Británica, introduce el concepto de “snacks de ejercicio”, que alude a momentos cortos de esfuerzo físico intercalados en el día. Subir escaleras se adapta perfectamente a este enfoque, al no requerir equipamiento y permitir ajustes de intensidad según la condición individual.

Estudios adicionales de la doctora Andreas Stenling en Suecia, así como investigaciones de la Universidad de Yamaguchi en Japón, revelan que esta práctica también mejora el estado de ánimo, la atención y la creatividad. Incluso descender escaleras puede estimular procesos de generación de ideas novedosas.