En una nueva escalada de tensiones diplomáticas, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, arremetió contra su homólogo dominicano, Luis Abinader, a quien acusó de apropiarse indebidamente de una aeronave oficial venezolana confiscada en territorio dominicano.

Durante una alocución televisada, Maduro expresó con vehemencia:
"Me dejaron sin avión, el ladrón del presidente de República Dominicana, (Luis) Abinader, que es un bandido, un ladrón".

La controversia se originó tras la incautación de la aeronave por parte de autoridades estadounidenses con el apoyo del gobierno dominicano, lo que desató la ira del líder venezolano y avivó el debate sobre la soberanía y las relaciones bilaterales en la región.

Hasta el momento, el presidente Luis Abinader no ha emitido una respuesta oficial ante las declaraciones de Maduro. Sin embargo, fuentes cercanas al Palacio Nacional sugieren que la administración dominicana considera la acusación como un despropósito sin fundamento.

Analistas internacionales observan con cautela el desarrollo de este episodio, pues podría generar un enfriamiento en los vínculos entre República Dominicana y Venezuela, afectando incluso acuerdos comerciales y políticos.

Este incidente subraya las complejidades de la diplomacia caribeña y deja entrever cómo decisiones estratégicas pueden desencadenar reacciones virulentas con impacto geopolítico.