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Una mirada necesaria al deterioro interno del oficio

Cuando el periodismo se vende barato

Publicado: 04 Diciembre 2025 |  4:51 pm GMT
La presión por “tres cheles” y el descrédito entre colegas están minando la credibilidad del oficio en San Cristóbal

Por José De León, RD. – En San Cristóbal, donde la palabra todavía pesa en las esquinas y la radio suena más que el motor de pasola, el periodismo vive una grieta que muchos prefieren barrer debajo de la alfombra. No se trata solo de precariedad laboral o falta de oportunidades; es algo más hondo, más incómodo: la práctica de atacar empresarios por migajas y desacreditar a colegas por pura envidia o por la ilusión de que “si a fulano le dieron tres pesos, a mí me toca también”. El resultado es un oficio que, en vez de fortalecerse, se va desangrando desde adentro. Y si no hablamos de esto ahora, ¿cuándo?

Una raíz incómoda: la presión disfrazada de periodismo

Muchos empresarios locales describen un patrón repetido: llegan ciertos comunicadores no para buscar datos, sino para “negociar” cobertura. Según un comerciante del centro de la ciudad, “hay quienes vienen con la amenaza calladita”. No piden apoyo para un proyecto, piden dinero para no hablar mal.

Este comportamiento, aunque lo practique una minoría, contamina a todos. Porque cuando un periodista usa el micrófono como cuchillo, el público empieza a desconfiar del que sí investiga, del que sí contrasta datos, del que sí tiene compromiso con la verdad.

Y ahí comienza el verdadero problema: la falta de distinción entre el que sirve y el que presiona.

El veneno interno: “si a fulano le dieron, a mí me toca”

La envidia profesional, convertida en deporte local, ha creado una cultura donde el descrédito es más fácil que el reconocimiento. Basta que un colega consiga un anuncio, una relación profesional o una campaña, para que aparezca otro diciendo que eso es “porque le dieron algo”.

En una emisora comunitaria, un joven reportero comenta que le han dicho: “si él cobró, tú también deberías”. Esa mentalidad reduce el trabajo periodístico a una subasta, como si el valor de la información dependiera de propinas.

El daño es doble:
1. Pierde el periodista serio.
2. Pierde la audiencia, que ya no sabe en quién confiar.

Empresarios a la defensiva, prensa desprestigiada

Frente a estas prácticas, una parte del sector empresarial ha optado por cerrarse. Prefieren no ofrecer entrevistas, no participar en actividades o simplemente evitar cualquier trato con la prensa.

Esto afecta directamente a los comunicadores responsables, quienes sí necesitan voces autorizadas, datos oficiales y testimonios reales. Cuando la confianza se quiebra, la información se vuelve más pobre y el periodismo se debilita.

No se puede construir una prensa fuerte cuando algunos se han empeñado en cobrar barato su propio silencio.

¿Quién pone el freno?

Los gremios, escuelas de comunicación y líderes de opinión del municipio han fallado en una tarea básica: poner reglas claras y defender estándares éticos mínimos. Mientras en otros países se discuten innovaciones digitales, aquí seguimos debatiendo lo elemental: que el periodismo no puede ser un chantaje, ni un negocio de “tres cheles”, ni un concurso de quién habla más duro para ver quién consigue más rápido.

El cambio empieza cuando el mismo gremio deja de proteger a quienes ensucian el oficio.

¿cuánto vale realmente el micrófono?

San Cristóbal merece una prensa que investigue, confronte, cuestione y eduque; no una que mendigue ni una que amenace. Si queremos recuperar la credibilidad perdida, toca mirarnos al espejo y decidir qué vale más: ¿el respeto del público o el paquete de billetes doblados que alguien ofrece debajo de la mesa?

La respuesta, aunque duela, definirá el periodismo que dejaremos a los que vienen detrás.

San Cristóbal, República Domincana

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