Aunque es una costumbre arraigada en muchos hogares, dormir con la televisión encendida puede tener consecuencias significativas y nocivas para la salud física y mental, según advierten recientes investigaciones científicas y especialistas en cronobiología.

Durante el sueño, el organismo humano ejecuta procesos esenciales como la regulación de la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la actividad vascular. Sin embargo, la luz artificial de la pantalla y el sonido intermitente del televisor interrumpen esos mecanismos, impidiendo que el cuerpo alcance un estado de descanso profundo y restaurador.

“La exposición continua a la luz artificial durante la noche inhibe la secreción de melatonina, la hormona encargada de sincronizar los ciclos circadianos”, explicó María José Martínez Madrid, coordinadora del grupo de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño (SES). Sin esta hormona, el sueño se vuelve superficial, fragmentado y con múltiples despertares nocturnos, afirmó la experta.

Además de afectar la calidad del descanso, estudios citados por organismos de salud internacionales indican que este hábito cotidiano puede provocar estrés sobre el sistema cardiovascular, aumentando con el tiempo el riesgo de hipertensión arterial, enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares.

Los investigadores alertan también sobre el impacto a largo plazo en la salud mental, dado que la privación crónica de sueño profundo está estrechamente relacionada con trastornos como la ansiedad, la depresión y el deterioro cognitivo.