El sueño, ese acto tan cotidiano como vital, guarda secretos que impactan directamente en la salud física, emocional y, sorprendentemente, en la calidad de las relaciones de pareja. Investigaciones recientes demuestran que la falta de un descanso adecuado puede provocar irritabilidad, dificultades de concentración, problemas de salud y tensiones emocionales, todos ellos factores que minan la convivencia diaria y aumentan el riesgo de conflictos y rupturas sentimentales.

Según Emmanuel Mignot, reconocido científico de la Universidad de Stanford, “muchos divorcios se deben a que dormimos mal”, una afirmación que ha despertado inquietud en el ámbito científico y social. El especialista subraya que los problemas de sueño no solo afectan a quien los padece, sino también a su pareja, generando un círculo vicioso de incomprensión y desgaste emocional.

Para contrarrestar estos efectos, los expertos recomiendan adoptar hábitos saludables de descanso: establecer rutinas regulares de sueño, evitar el consumo de cafeína y alcohol antes de dormir, y crear un ambiente propicio para el reposo, con temperatura, luz y sonido adecuados. Asimismo, cada vez más parejas recurren a la práctica conocida como “divorcio del sueño”, que consiste en dormir en camas o habitaciones separadas para preservar la calidad del descanso sin comprometer la intimidad ni el vínculo emocional.