Despertarse empapado en sudor, sin fiebre ni temperaturas altas en la habitación, es una experiencia desconcertante para muchas personas. Si bien existen múltiples causas posibles, una de las menos conocidas pero cada vez más documentada es la ansiedad.

De acuerdo con la Fundación del Sueño de Estados Unidos, existe una relación clara entre los trastornos de ansiedad, la sudoración nocturna y el mal descanso. Esta respuesta fisiológica suele ser una manifestación silenciosa del estrés acumulado durante el día, que se expresa cuando el cuerpo intenta "liberarse" de la tensión interna.

Los expertos explican que la ansiedad activa el sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de "lucha o huida", lo que provoca un aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la temperatura corporal. Este proceso puede generar sudoración excesiva incluso en situaciones de reposo, como durante el sueño.

Los especialistas recomiendan prestar atención a estos síntomas, ya que los sudores nocturnos recurrentes, cuando no se deben a causas hormonales o infecciosas, podrían ser un indicador de que la mente está procesando altos niveles de ansiedad. Buscar apoyo profesional, practicar técnicas de relajación y mejorar la higiene del sueño son pasos fundamentales para abordar el problema de raíz.