Más allá de los juegos, las discusiones y los secretos compartidos en la infancia, el lazo entre hermanos —especialmente cuando incluye a una hermana— podría tener un impacto profundo y duradero en la personalidad masculina. Así lo sugiere un estudio reciente que explora cómo la convivencia con hermanas influye en la formación emocional y social de los hombres.

La investigación, publicada en el Journal of Family Psychology, revela que los varones que crecen con hermanas tienden a desarrollar niveles más altos de empatía, habilidades comunicativas y mayor capacidad para establecer vínculos afectivos sanos en la adultez. Estas cualidades, según los especialistas, se traducen en relaciones de pareja más estables y respetuosas, lo que los convierte, potencialmente, en mejores esposos.

Los investigadores atribuyen este efecto al rol socializador que muchas niñas asumen desde temprana edad dentro del entorno familiar. Las hermanas, al expresar emociones con mayor fluidez y fomentar dinámicas de cuidado y conversación, ofrecen un modelo emocional al que los hermanos varones se exponen de manera natural durante su desarrollo.

“Crecí con tres hermanas, y ahora entiendo por qué no me incomoda hablar de lo que siento”, comenta Carlos Méndez, de 38 años, residente en Haina. “Aprendí a escuchar desde pequeño, y eso me ha ayudado mucho en mi matrimonio”.