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Historias que rompen moldes

Fue a predicar a los presos… y salió con esposo

Publicado: 13 Julio 2025 |  8:29 am GMT
Yuleica Polanco cuenta cómo conoció y se casó con un joven condenado a 30 años de prisión. Su historia desafía prejuicios y testifica que el amor también nace entre rejas

Lo que para muchos es impensable, para Yuleica Polanco fue el plan divino que transformó su vida. En su testimonio, relata cómo, en medio de visitas misioneras a la cárcel de La Victoria, conoció al que hoy es su esposo: Michael Díaz, un interno con una condena de 30 años.

Desde pequeña, Yuleica sirvió a Dios en el ministerio de danza y su iglesia la enviaba una vez al mes a llevar mensajes de fe al recinto penitenciario. En una de esas visitas, sin buscarlo ni esperarlo, un preso entre la multitud la vio y se sintió tocado por su presencia. Ella no lo notó, pero él sí.

El primer acercamiento fue casual. El interno, líder espiritual en el penal, necesitaba contactar a su iglesia para coordinar una actividad. Fue así como el mensaje llegó a través de Yuleica, estableciendo el primer puente entre ellos sin romper las estrictas normas del centro.

Con el tiempo, Michael comenzó a escribirle, compartiendo reflexiones bíblicas y expresándole su interés. En un inicio, ella se resistió:

“En mi mente no estaba la idea de casarme con alguien en prisión”, recuerda.

Pero él no se rindió. “Voy a orar por ti”, le dijo él, y ella replicó: “Pídele a Dios que cuando te hable, también me hable a mí”.

La relación avanzó con oración, discernimiento y lucha emocional. Yuleica enfrentó el rechazo de su círculo más cercano, especialmente de su madre, a quien respetaba profundamente. Fue tan fuerte la presión, que pensó en dejarlo todo. Sin embargo, oró y pidió a Dios tres señales, siendo la más importante el cambio de actitud de su madre. Y Dios respondió.

Un día, su madre la acompañó a una actividad en la cárcel y allí, tocada por el Espíritu, terminó aceptando la relación. Le confesó:

“El Señor me dijo: acéptalo y ámalo como hijo”.

El proceso para casarse no fue sencillo. Se enfrentaron a un sistema que no facilita el matrimonio a los privados de libertad. Junto a otras mujeres, lucharon por más de dos años para conseguir los permisos legales. Finalmente, lograron casarse por lo civil dentro de la cárcel. Pero Yuleica no se conformó. Soñaba con una boda real. La organizó con su vestido, bizcocho, fotógrafo y hasta álbum de fotos, haciendo que muchos ni siquiera notaran que fue celebrada en prisión.

Hoy, la familia Díaz Polanco está formada también por un hijo: Usías, de 7 años. Aunque solo pueden verse los domingos en las visitas conyugales, su vínculo se mantiene firme. Michael continúa su proceso legal, pero es un predicador activo desde la cárcel, y ambos lideran un ministerio.

Las redes sociales han viralizado su historia, generando tanto apoyo como críticas. “La gente no entiende lo que Dios hace. Me decían: ¿cómo tú vas a casarte con un preso? Pero yo no me avergüenzo, porque esto fue de Dios”, afirma Yuleica.

Desde una celda, Michael encontró propósito. Desde la fe, Yuleica encontró amor. Su historia es testimonio vivo de que los caminos de Dios a veces son incomprensibles, pero siempre tienen sentido.

San Cristóbal, República Domincana

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