En el vasto panorama de las relaciones humanas, el matrimonio ha sido objeto de estudio por siglos, buscando descifrar las claves de su éxito o fracaso. Ahora, recientes investigaciones apuntan a que la edad al contraer nupcias juega un papel determinante en la estabilidad conyugal, situando el umbral ideal después de los 30 años.

Según un análisis del sociólogo Nicholas Wolfinger, basado en datos de la Encuesta Nacional de Crecimiento Familiar de Estados Unidos, las parejas que se casan entre los 28 y 32 años presentan las tasas más bajas de divorcio. Este período, denominado la “edad dorada” del matrimonio, coincide con una etapa de mayor madurez emocional, estabilidad financiera y expectativas más realistas sobre la convivencia en pareja.

El estudio advierte, no obstante, que casarse demasiado pronto puede acarrear dificultades: las uniones formadas en la adolescencia enfrentan un riesgo de divorcio del 38% en los primeros cinco años. Mientras tanto, aquellas contraídas entre los 30 y 34 años reducen esa probabilidad a un 10%. Sin embargo, esperar demasiado también tiene sus riesgos, pues a partir de los 35 años, la tasa de divorcio asciende nuevamente al 17%.

Más allá de la edad, los expertos subrayan que el éxito matrimonial no se cifra únicamente en una cuestión cronológica. Factores como la compatibilidad, la calidad de la comunicación y el nivel de compromiso resultan igualmente determinantes en la construcción de una relación duradera.