La sensación de que enero se extiende más allá de su cuenta en el calendario tiene sus raíces en diversos factores psicológicos y estacionales.

El primer mes del año, además de ser el inicio de nuevos objetivos y metas, llega tras un periodo festivo y vacacional. El retorno a la rutina diaria tras las festividades navideñas puede resultar desafiante, lo que contribuye a la percepción de que el tiempo transcurre más lentamente.

El clima frío y la escasez de luz natural en algunas regiones también desempeñan un papel en esta sensación. La disminución de la luz solar puede afectar nuestro estado de ánimo y la percepción del paso del tiempo.

¿Por qué enero ocupa el primer lugar en el calendario? Esta elección tiene sus raíces en antiguas tradiciones romanas. El emperador Julio César adoptó un calendario hace más de 2 mil años, y en la mitología romana, enero era el mes consagrado al dios Jano.

Jano, representado con dos caras, simboliza los comienzos y los finales, así como las transiciones. Este mes se vinculó con la idea de mirar hacia atrás y hacia adelante, lo que lo convirtió en un momento lógico para el inicio de un nuevo año.

Además, coincide con el periodo en Europa en el que los días comienzan a alargarse después del solsticio de invierno, marcando un nuevo ciclo en la naturaleza que refuerza la idea de nuevos comienzos y renacimiento.

Estos factores combinados pueden explicar por qué enero, más que otros meses, tiende a sentirse prolongado, ofreciendo un contexto cultural, psicológico y estacional para esta percepción extendida del tiempo.