Aun así, los estudios han demostrado que hay formas en las que el aprendizaje puede desaparecer de nuestras mentes, es decir, se puede olvidar. La memoria no es como una grabadora; hay formas en las que la información puede pasar inadvertida o fallar en la grabación. A veces, los recuerdos pueden desaparecer si no se les presta suficiente atención.
También hay cambios en el cerebro que se relacionan con el proceso de envejecimiento que pueden influir en los recuerdos, especialmente a largo plazo. Es importante notar que cuando algo se olvida, no significa que se haya perdido completamente. Muchos recuerdos a largo plazo permanecen ahí guardados, y pueden ser recuperados con simplemente un toque de recordatorio. Esto significa que el hecho de que los recuerdos se desvanecen no necesariamente significa que no podemos recordarlos.
Es cierto que lo que se aprende no se olvida por completo, pero en ocasiones los recuerdos no siempre se recuerdan como uno los esperaría. Algunos recordatorios útiles pueden ayudar a restaurar los recuerdos a sus estados originales y refrescar el aprendizaje. Esto es especialmente cierto si el conocimiento se aplica regularmente.
Que uno se familiarice con los datos, participe en discusiones y actualice su información de manera regular es una excelente manera de ayudar a mantener la información fresca en la mente.
En conclusión, el dicho de que lo que se aprende no se olvida es aceptable en el sentido de que los recuerdos permanecen almacenados en el cerebro de alguna forma, pero eso no necesariamente significa que siempre se puede recuperar fácilmente o recordar con facilidad. Prácticas como la discusión, la actualización de la información y la aplicación de conocimientos pueden ayudar a mejorar la memoria y recordar con mayor facilidad.
