En una era donde el deseo también viaja por Wi-Fi, la intimidad virtual se ha convertido en una alternativa real para mantener la chispa encendida, incluso cuando las fronteras físicas parecen inquebrantables. Las videollamadas subidas de tono, los mensajes ardientes y los juegos a distancia ya no son prácticas esporádicas: son, para muchos, una nueva forma de conexión erótica.

El fenómeno plantea interrogantes que van más allá del momento: ¿puede una pareja sentirse sexualmente conectada sin tocarse? ¿Hasta dónde es válido este tipo de intimidad?

Para la psicóloga clínica Dra. Laura Batista, especialista en vínculos de pareja, la respuesta es clara: “La intimidad virtual puede ser una herramienta poderosa, pero no reemplaza el contacto físico. Es una vía complementaria, especialmente útil para relaciones a distancia, pero no debe convertirse en el único canal de interacción”.

Sin embargo, Batista advierte sobre los riesgos asociados: “La confianza y la privacidad son esenciales. El mal manejo de imágenes, la falta de consentimiento o los malentendidos emocionales pueden erosionar la relación, en lugar de fortalecerla”, explica.

La sexóloga Carla Jiménez coincide en que la tecnología puede ser un aliado del deseo, pero siempre con límites claros: “El placer no está solo en el cuerpo, sino también en la mente. La virtualidad puede estimular fantasías, avivar la complicidad y mantener viva la pasión. Sin embargo, no debe confundirse con la construcción real de un vínculo íntimo”.