Una nueva variante del virus SARS-CoV-2, identificada como NB.1.8.1, ha comenzado a abrirse paso en territorio estadounidense, tras provocar un preocupante aumento de hospitalizaciones en China, según alertaron este martes los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

La cepa fue detectada por primera vez entre finales de marzo y principios de abril, principalmente en viajeros procedentes de China, quienes arribaron a aeropuertos de California, el estado de Washington, Virginia y la ciudad de Nueva York. Posteriormente, se han confirmado casos adicionales en Ohio, Rhode Island y Hawái, lo que ha encendido las alarmas en los sistemas de vigilancia epidemiológica de la nación norteamericana.

De acuerdo con el New York Post, los CDC reconocen que los casos confirmados en Estados Unidos son aún escasos para permitir una adecuada caracterización de la variante en sus modelos de vigilancia. No obstante, expertos en salud pública advierten que la trayectoria observada en China, donde la NB.1.8.1 se propaga con una velocidad inusitada, sugiere que esta cepa podría ganar terreno rápidamente y desplazar a otras variantes dominantes en las infecciones respiratorias actuales.

El contexto global se torna aún más incierto ante la posibilidad de nuevas olas de contagios. Las autoridades sanitarias recomiendan mantener las medidas de prevención, sobre todo en espacios cerrados y en personas vulnerables, mientras se refuerzan las estrategias de monitoreo genómico.

Se espera que en las próximas semanas se emitan actualizaciones sobre el impacto de esta variante en la salud pública estadounidense, mientras los expertos llaman a la prudencia y la preparación ante eventuales escenarios adversos.