La depresión se erige como un enemigo insidioso, cuyos efectos se despliegan lentamente en la vida de aquellos que la padecen, muchas veces sin que el entorno cercano lo note. En la República Dominicana, este mal acecha con fuerza, afectando aproximadamente al 20% de la población, con la depresión y la ansiedad liderando la lista de trastornos mentales más comunes.

Según la psicóloga clínica y docente Maricécili Mora Ramis, del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), uno de los grandes retos es que la depresión no siempre se manifiesta de forma evidente. Contrario a la imagen clásica de la tristeza profunda, muchas personas pueden presentar una apariencia externa de felicidad, euforia o irritabilidad, mientras que, por dentro, luchan contra la falta de energía, el desinterés por las actividades cotidianas y alteraciones en su patrón de sueño y alimentación.

Las cifras que reflejan el impacto de la depresión son alarmantes. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística (ONE), más del 50% de los suicidios registrados en el país están vinculados a trastornos de salud mental, particularmente a la depresión. Este dato subraya la urgencia de abordar la salud mental con la seriedad que merece, dado el potencial destructivo de la enfermedad.

A pesar de la magnitud de este problema, el acceso a tratamientos adecuados sigue siendo un desafío. Se estima que seis de cada diez personas que padecen síntomas de depresión no reciben el tratamiento necesario, lo que perpetúa el ciclo de sufrimiento y aumenta el riesgo de consecuencias aún más graves, como el suicidio.