Aunque la costumbre social dicta que hay que ducharse a diario, dermatólogos y publicaciones médicas confiables han comenzado a cuestionar esa práctica. Lejos de ser un mandato universal de salud, bañarse todos los días podría estar afectando la integridad de la piel y debilitando su protección natural.

Estudios divulgados por Harvard Health Publishing y Healthline indican que, salvo en casos de sudoración excesiva o contacto con suciedad, es suficiente ducharse entre dos y tres veces por semana. Esta frecuencia permite conservar los aceites naturales de la piel, mantener su microbioma un escudo invisible de bacterias beneficiosas y prevenir la resequedad, irritación y aparición de grietas.

“El baño diario puede parecer saludable, pero en muchos casos resulta contraproducente para la piel”, señalan los expertos. El uso constante de jabones, agua caliente y productos abrasivos despoja a la epidermis de sus defensas, debilitando su resistencia natural frente a infecciones e inflamaciones.

Este cambio de paradigma no implica abandonar la higiene, sino practicarla con sensatez. Adaptar los hábitos de baño a las verdaderas necesidades del cuerpo podría mejorar la salud dermatológica a largo plazo.