Según la ciencia y estudios psicológicos recientes, ser muy atractivo físicamente podría, en algunos casos, dificultar el establecimiento de relaciones sentimentales estables. Aunque no existen conclusiones definitivas, diversas investigaciones han explorado cómo el atractivo elevado puede influir negativamente en las dinámicas interpersonales y amorosas.

Uno de los fenómenos analizados es el llamado “efecto de intimidación” (The Intimidation Effect), que sugiere que las personas muy atractivas generan inseguridad en posibles parejas, especialmente en quienes poseen baja autoestima o una percepción desfavorable de sí mismos. Así lo confirmó un estudio realizado por la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, donde se evidenció que muchas personas evitan iniciar vínculos con individuos físicamente imponentes por miedo al rechazo.

Asimismo, la teoría del halo, ampliamente discutida en la psicología social, indica que solemos asociar la belleza física con cualidades positivas como inteligencia, éxito o amabilidad. Este sesgo puede provocar que se asuma erróneamente que las personas atractivas ya están comprometidas o no buscan relaciones serias, lo cual reduce las oportunidades de acercamiento genuino.

En el ámbito de las aplicaciones de citas, como Tinder o Bumble, la belleza puede jugar un papel doble: si bien las personas más atractivas reciben mayor atención inicial, también son objeto de desconfianza, dudas sobre su autenticidad y temores de no “estar a su nivel”. Un informe de OKCupid reveló que los perfiles percibidos como “demasiado perfectos” reciben menos mensajes directos, a pesar de ser altamente valorados.