Aunque por décadas se ha promovido la ducha diaria como símbolo de higiene y buena salud, especialistas en dermatología están replanteando esa costumbre. Investigaciones recientes respaldadas por publicaciones como Harvard Health Publishing y Healthline indican que, salvo casos de sudoración intensa o suciedad evidente, ducharse entre dos y tres veces por semana es suficiente para la mayoría de las personas.

Los expertos advierten que el baño cotidiano, lejos de ser siempre beneficioso, puede eliminar los aceites naturales que protegen la piel, alterar su microbioma el conjunto de microorganismos que la defienden y causar irritación, resequedad y hasta pequeñas fisuras.

“La piel no necesita ser lavada tan frecuentemente como creemos”, afirman dermatólogos consultados. El uso excesivo de productos de aseo, sumado al agua caliente, afecta la barrera cutánea y favorece la aparición de problemas como dermatitis o eccemas.

La recomendación no implica una renuncia a la higiene, sino un enfoque más equilibrado: lavarse las manos, rostro y zonas íntimas a diario, pero reservar la ducha completa para dos o tres veces por semana, según el estilo de vida y las necesidades individuales.