En el trajín cotidiano de las oficinas, es costumbre arraigada que los empleados se congreguen alrededor de las máquinas de café para compartir un momento de esparcimiento y recargar energías. Sin embargo, una investigación reciente ha encendido las alarmas sobre los posibles efectos adversos de esta práctica habitual en la salud cardiovascular.​

Científicos de la Universidad de Uppsala y la Universidad de Tecnología de Chalmers, ambas instituciones de renombre en Suecia, han descubierto que el café dispensado por máquinas automáticas en entornos laborales contiene niveles significativos de diterpenos, específicamente cafestol y kahweol. Estos compuestos han sido asociados con el incremento del colesterol no-HDL, conocido por su relación con enfermedades del corazón.

El estudio en cuestión analizó muestras de café provenientes de 14 máquinas ubicadas en cuatro centros de salud suecos. Los resultados revelaron que el café preparado en estas máquinas presentaba concentraciones más elevadas de los mencionados diterpenos en comparación con otros métodos de preparación, como el espresso, la prensa francesa o el café hervido. Es importante destacar que los filtros de papel, comúnmente utilizados en métodos de preparación domésticos, son efectivos para retener estos compuestos. No obstante, los filtros metálicos, frecuentes en las máquinas de café de oficina, permiten que el cafestol y el kahweol se infiltren en la bebida, potenciando así su ingesta por parte de los consumidores.