En una era dominada por la exposición constante en redes sociales, donde la imagen personal se proyecta como una carta de presentación, el acto de cortarse el cabello ha adquirido un significado mucho más profundo que el simple afán de verse diferente. Cada vez más individuos recurren a transformaciones capilares como una forma simbólica de cerrar etapas y expresar procesos emocionales internos.

La psicóloga clínica Catherine Nobile sostiene que el cabello, lejos de ser un mero ornamento, es una extensión de la identidad personal. "El cabello es una prolongación de nosotros mismos, un espejo de nuestras emociones", explica. Según la especialista, decisiones como un corte radical o un cambio de color pueden ser una manifestación externa de un proceso interno: el deseo de dejar atrás una ruptura, superar una pérdida o simplemente marcar el inicio de un nuevo capítulo en la vida.

Este fenómeno refleja una búsqueda de reafirmación personal en tiempos donde la apariencia se ha convertido en un lenguaje silencioso pero poderoso. "Modificar el estilo, color o textura del cabello es una manera de proyectar una nueva versión de nosotros mismos", puntualiza Nobile, enfatizando la importancia de reconocer el valor simbólico de estos gestos.