El reloj marca las nueve y la noche del domingo se hace más espesa que de costumbre. Un vacío difícil de explicar se instala en el pecho de miles de jóvenes, mientras los pensamientos se arremolinan con una inquietud que no se disfraza: mañana comienza otra vez la rutina. El fenómeno es más común de lo que se cree, y la ciencia ya le ha puesto nombre: Sunday Scaries, traducido por algunos como “el domingo de miedo”.

Un estudio de la red profesional LinkedIn, difundido internacionalmente, reveló que cerca del 75 % de los jóvenes trabajadores experimentan ansiedad los domingos por la noche, provocada por la inminente reanudación de las obligaciones laborales o académicas. El informe subraya que este tipo de angustia no es señal de debilidad, sino una respuesta biológica al cambio de ritmo y al estrés anticipado del lunes.

Los expertos en salud mental consultados por la plataforma coinciden: el “bajón del domingo” es una señal de que algo debe ajustarse. “Cuando el cuerpo rechaza la llegada del lunes con insomnio, palpitaciones o tristeza, está emitiendo un mensaje claro: hay un desequilibrio entre el descanso, el propósito y la rutina”, expresó la psicóloga organizacional María López, en declaraciones recogidas en el estudio.